Las personas no binarias o de género no binario son aquellas que no se identifican ni como hombres ni como mujeres, o que no lo hacen exclusiva o totalmente con alguno de esos dos géneros, también quienes fluyen entre ellos y aquellas que se encuentran dentro de un género distinto a dicha dualidad, e incluso las personas que disienten de la idea del género.
El binarismo viene a resolver y sostener privilegios y comodidades que no muchos están dispuestos a poner en duda. Pocos son los que se cuestionan las revelaciones de género de los bebés, de los cuartos pintados de rosa o azul, de la ropa de niñes separada en nena o nene en las casas de ropa. Parece que hay solo dos formas de empezar nuestra vida, esto nos condena a nacer desde ya con sueños, prejuicios y cualidades que otros ponen sobre nosotros. Difícilmente podamos imaginar que alguien no se sienta feliz de este binarismo, pero detrás de esta simplificación de algo tan complejo no se esconden “los genitales”, se esconde una historia y un análisis que recorre siglos de historia y patriarcado.
Exigir la visibilidad de las personas con esta identidad sexual es necesaria pues ante el desconocimiento sobre su realidad y existencia, acorde con estudios cotados por la comisión, las personas de este grupo se enfrentan a dificultades en el ejercicio de sus actividades diarias, incluyendo el ámbito laboral y la interacción con registros públicos.