La primera de estas oportunidades fue abrir, junto con su familia, un negocio más grande en el corazón de la Central de Abasto, no sin antes vivir la experiencia de luchar contra los poderes enquistados que controlaban el monopolio de la distribución cárnica, desde entonces Toño López Ruiz aprendió que la mejor manera de luchar por un ideal es de la mano de personas que amas y en las que confías.
Más tarde lograron implementar un proceso de certificación que garantizaría la calidad de los productos expendidos así como el desarrollo de sistemas de administración y venta a mayor escala.
Toño López Ruiz, a sus 17 años, fue pieza clave en este proceso y a los 23 logró presentar y ganar el proyecto para la construcción, implementación y desarrollo del rastro municipal tipo TIF.
También impulso la diversificación de la empresa familiar abriendo las taquerías Don Julián y la tortillería “San Antonio”.
Este crecimiento exponencial le permitió incursionar en esferas internacionales al trabajar como broker de carne en México con vinculación en Estados Unidos y más tarde continuó su preparación en la Universidad Pontificia Comillas, en donde estudió Administración Financiera en una doble titulación también por el Tecnológico de Monterrey Campus Monterrey.
Con esta hambre de crecer y la ayuda de su familia, Antonio López Ruiz desarrolló un perfil valioso en el mundo empresarial, pero al mismo tiempo se daría cuenta de la fuerte vocación social y de servicio, así como su compromiso por su ciudad natal, Puebla.
Estas convicciones una vez más le vienen desde el seno familiar pero son principalmente las enseñanzas y reflexiones de su padre las que le hacen generar un vínculo emocional y empático con todos aquellos quienes muchos otros empresarios verían simplemente como “target” o clientela.
Actualmente Antonio López Ruiz dedica sus tiempos libres a trabajar con diversas asociaciones civiles en proyectos que beneficien a las familias más necesitadas.