El reporte sobre los resultados de la primera etapa -que será publicado oficialmente en el medio especializado The Lancet el 20 de julio- indica que las muestras de sangre extraídas a los voluntarios mostraron que la dosis había producido tanto anticuerpos como linfocitos T citotóxicos, los cuales atacan y neutralizan células infectadas.
Los científicos destacaron la producción de este tipo de linfocitos. Indicaron que, a diferencia de los anticuerpos -que distintos estudios sugirieron pueden desaparecer después de algunos meses- esta respuesta inmune puede permanecer en circulación durante años.
"Es esta combinación, la que esperamos que mantenga a salvo a las personas", indicó una fuente al medio británico. De mantenerse la producción de estos linfocitos a estos niveles, indicaron, no sería necesaria una producción masiva de anticuerpos para generar inmunidad a la enfermedad.
Este aspecto del resultado adquiere una relevancia especial, considerando estudios recientes que porcentajes relevantes de personas que han cursado la enfermedad perdieron sus anticuerpos pocos meses después.
Los resultados iniciales también sugirieron que la vacuna -llamada ChAdOx1 nCoV-19- es segura y no produce mayores efectos secundarios.
No obstante, el científico apeló a la cautela. Y si bien concedió que los resultados son "extremadamente prometedores", remarcó que no prueban que la vacuna genera una inmunidad duradera contra la COVID-19. "Es un momento importante, pero todavía hay un largo camino por delante", expresó.
La fase 1 del estudio tuvo lugar en la ciudad inglesa de Oxford en abril, e involucró a 500 voluntarios. Actualmente, el proyecto que la universidad lleva a cabo con la compañía británico-sueca AstraZeneca se encuentra llevando a cabo dos fases distintas: una 2/3 en Inglaterra, y un estudios de fase 3 en Brasil y Sudáfrica. En el el país sudamericano, 2.000 voluntarios se han inoculado desde el 23 de junio.
De ser los resultados igualmente positivos en estos casos, los científicos esperan tener lista la vacuna para octubre. AstraZeneca anunció a principios de junio que duplicó en estos meses su capacidad de fabricación y podría producir 2.000 millones de dosis. La mitad de ellas serían enviadas a países en desarrollo.
Al momento del anuncio, se reveló también que Estados Unidos se ha procurado 300 millones de dosis, en el marco de un acuerdo en el que comprometió más de USD 1.000 millones para garantizar las pruebas y la fabricación. El Reino Unido, en tanto, ha reservado otras 100 millones.
Según indicó a The Telegraph David Carpenter, el titular del Comité de Ética de Investigación Berkshire, entidad que aprobó las pruebas de la universidad de Oxford, dijo que la vacuna podría estar a disposición de la población en septiembre". Esto sugiere que, de confirmarse su efectividad en octubre, podría comenzar a suministrarse de inmediato.
Las acciones de AstraZeneca subieron más de 5 por ciento como consecuencia de los resultados.
La noticia llega un día después de que otro laboratorio, Moderna, publicara los resultados de su propia fase 1 de estudios, los cuales demostraron que su vacuna produjo una cantidad de anticuerpos similares a los que tienen aquellos que superaron la enfermedad de manera natural. También produjo linfocitos T citotóxicos en los voluntarios.
Moderna, a diferencia de Oxford y AstraZeneca, todavía no ha comenzado con la fase 3 de sus pruebas. Lo hará el próximo 27 de julio, cuando inocule a 30.000 personas en 87 locaciones distintas a lo largo de Estados Unidos.
La vacuna de Moderna utiliza material genético llamado ARN mensajero para hacer que las células produzcan la proteína espiga del coronavirus.