Autonomía, capacidad de reflexión, prácticas en laboratorio y el deseo de seguir adelante, son elementos que la BUAP brindó a la doctora Mariana Rosas Olvera, quien actualmente se desempeña como monitor de ensayos clínicos para la farmacéutica internacional Amgen, una profesión cada vez más demandada y valorada en muchos países.
“Mi formación en la BUAP fue muy buena. Sinceramente, todos los logros que he tenido son resultado de la educación que he recibido”, destaca la egresada de la Licenciatura en Biomedicina y de la Maestría en Microbiología de esta Casa de Estudios, a la cual ingresó desde el nivel medio superior.
Mientras cursaba su doctorado en la Universidad de Montpellier, en Francia, sobresalió entre el resto de sus compañeros. “Me dijeron algo en el primer año que no olvido: Sigue trabajando como hasta ahora porque eres diferente de tus compañeros y así lograrás muy rápido tus objetivos. El compromiso y la responsabilidad los aprendí desde la licenciatura. Si queremos llegar a cumplir un objetivo hay que formarse y trabajar. No se te van a dar las cosas gratis”.
En ese entonces, su trabajo era estudiar Mycobacterium tuberculosis, el agente patógeno de la tuberculosis -en específico, la cepa BCG-, salmonella y E. coli, con el fin de buscar nuevas terapias antibacterianas para disminuir infecciones, ya que la Organización Mundial de la Salud alertó sobre la falta de antibióticos para tratar enfermedades bacterianas, pues estas crearon resistencia a los medicamentos actuales.
“Mi labor consistía en buscar en las bacterias qué es lo que podría atacarlas. Se trata de ciencia básica; es decir, desarrollar el concepto, ver su funcionamiento y cómo mejorar este proceso, para pasar al modelo animal”.
Actualmente, la doctora Mariana Rosas Olvera es monitor de ensayos clínicos en la farmacéutica Amgen. Su tarea consiste en acudir a los hospitales y clínicas ubicados al norte, sur y este de Francia para asegurar que un ensayo clínico se realice de acuerdo con el protocolo diseñado, respetando plazos, seguridad, inclusión de pacientes y medición de métricas específicas, entre otros aspectos. “Se trata de velar por la seguridad de los pacientes en los ensayos clínicos, verificar que los efectos adversos sean notificados, las visitas clínicas se realicen conforme al protocolo y los médicos lleven a cabo su trabajo”.
De esta manera, desde hace casi un año y medio supervisa medicamentos comerciales y en proceso en las áreas de oncología, cardiología, oftalmología y recientemente pediatría. “Monitoreo que un medicamento a punto de salir al mercado sea seguro y aquellos ya disponibles lo sigan siendo”.
Orgullosamente BUAP
Mariana nunca se imaginó ser científica. A la fecha es autora de cuatro artículos indizados. Confiesa que el inicio de la carrera en Biomedicina fue difícil, “me encantaban las materias de Medicina y cuando tuvimos que cambiar al laboratorio me sentía un poco encerrada. Después de un semestre, al ver que los experimentos tenían una finalidad empecé a sentirme tranquila y serena. Es a partir de ahí que comencé a amar el laboratorio”.
Posteriormente, cursó la Maestría en Microbiología en el Instituto de Ciencias (ICUAP). Bajo la dirección de la doctora Lilia Cedillo Ramírez, incursionó en el estudio de infecciones respiratorias humanas. Su protocolo de investigación fue el análisis de micoplasma en pacientes con enfermedades respiratorias; además de indagar en el tipo de bacteria, su resistencia y demás características, así como conocer el tipo de población infectada.
“Gracias a la formación que tuve en la preparatoria fue mucho más fácil, porque allí aprendí a tomar y estudiar muestras de sangre y exudados”. En el último año de preparatoria acudió una vez por la semana durante seis meses al Hospital Universitario de Puebla, como si fuera interna, lo que le permitió acercarse a la Medicina y confirmar su vocación.
Mientras desarrollaba su tesis de maestría colaboró durante un año en el Centro de Detección Biomolecular, con la maestra Cristina Lara, experiencia que le permitió aprender técnicas como la secuenciación y, sobre todo, a tratar al paciente.
En el posgrado realizó un intercambio de tres meses en el laboratorio del doctor Alain Blanchard, en la Universidad de Burdeos, en Francia. De ahí, surgió su interés por trabajar en el laboratorio francés y decidió aprender dicho idioma. Justo cuando inició sus clases, en una plática se enteró de becas para estudiar en el país galo. “Fue la oportunidad casi divina, porque acababa de entrar y la convocatoria cerraba dos semanas después”.
Sin pensarlo demasiado, Mariana envió su currículo a los diferentes laboratorios de Francia y fue aceptada para realizar estudios de doctorado en la Universidad de Montpellier. Sin embargo, tenía que entregar el certificado de estudios en lengua francesa, en el nivel B2, en ocho meses y solamente tenía una oportunidad para acreditarlo. El reto fue aprender francés.
Con seis meses de retraso se incorporó a la Universidad de Montpellier. “Cuando llegué a estudiar allí, mi jefa me dijo que era bastante autónoma para trabajar, eso le había impresionado. Le comenté que en mi universidad trabajamos en el laboratorio desde la licenciatura”.
Esa autonomía científica le permitió publicar su primer artículo en un año, el segundo en coautoría a los cuatro meses y el tercero cuando ya había presentado su tesis. “Todo lo que he hecho ha sido parte de un desarrollo, sin darme cuenta he utilizado todo lo aprendido”. Por ello, la doctora Mariana Rosas Olvera se define orgullosamente BUAP.
Desde su casa en la ciudad de Montpellier, al sur de Francia y a tan sólo 11 kilómetros del Mar Mediterráneo, indica que sus planes son continuar en el área industrial y desarrollarse como jefa de proyecto. “El contacto con los pacientes me gusta. Creo que en este camino puedo lograr mis objetivos: saber qué pasa con los humanos y seguir desarrollando ciencia básica”.