Según el columnista el golpe de gracia llegó el martes de esta semana, cuando el coordinador de la bancada en la Cámara de Diputados, Ricardo Gallardo, y ocho legisladores más, renunciaron formalmente a la militancia, para, según dijeron, “poder votar libremente y sin línea política”, y para “aprobar las votaciones que beneficien al país”. Prácticamente todos ellos habían votado con Morena el dictamen de creación de la Guardia Nacional; todos ellos habían votado a favor en el tema del presupuesto.
El siguiente paso sería anunciar la muerte del PRD y convocar a las 80 agrupaciones políticas a las que el INE les negó el registro para intentar construir con ellas, y con la sociedad civil repudiada por la 4T, “una nueva fuerza social demócrata”.
La columna termina vaticinando decisión está prácticamente tomada. Las horas del PRD están contadas. Termina una época en la vida democrática de México. Una era de conquistas innegables y de un naufragio de proporciones no vistas en un partido que en dos ocasiones estuvo a punto de alcanzar el gobierno de la República.